
Paula Serrano, agricultora agroecologica de la AMAP Quinta Maravilha – Algeruz, Palmela, Setúbal
Quinta Maravilha nació hace siete años y medio del deseo de Paula de cambiar su vida y dar a su hijo “la oportunidad de vivir en el campo”. Inspirada por los recuerdos de infancia de su abuela Lucinda, agricultora, y por su deseo de “hacer algo concreto por el mundo”, Paula optó por dedicarse a la agroecología. Desde el principio, sin embargo, siempre supo que este proyecto no sería sólo para su familia: “Siempre me pareció lógico que participara más gente”, afirma.
Esta visión de comunidad fructificó con la creación de la AMAP -Asociación para el Mantenimiento de la Agricultura de Proximidad, en un proceso que se fue construyendo gradualmente y pasó por varias etapas. En AMAP, a los consumidores se les llama coproductores porque, como explica Paula, “comparten con nosotros las responsabilidades de la producción agrícola”. Participan en dos asambleas al año, una en otoño/invierno y otra en primavera/verano, y una vez al mes ayudan con el trabajo de campo, las «ajudadas», que son momentos que combinan trabajo y convivencia. Para Paula, este modelo transforma la relación de los consumidores con los alimentos: “Es completamente diferente entender de dónde vienen los alimentos, los procesos y el trabajo que lleva producirlos”.
Quinta Maravilha cuenta actualmente con tres agricultoras: Paula, Ana y Maggie, dos de las cuales trabajan a tiempo parcial. Al principio, Henrique también participaba, pero ahora se dedica más a la construcción, ayudando de vez en cuando. La Quinta incluye espacios como una cocina colectiva y pequeñas casas para voluntarios y otros visitantes, y tienen planes para abrir una cocina comunitaria, que permitirá procesar los productos e implicar a otros productores y a la comunidad local.
Como mujer agricultora, Paula se ha enfrentado a muchos retos. A pesar de la intención inicial de dividir las tareas a partes iguales, la carga de trabajo acabó repartiéndose según las habilidades de cada uno. “Al principio, nosotras escardábamos y él trabajaba con las máquinas. No estoy orgullosa de ello”, admite Paula.
Ella también siente más el peso de la gestión de la explotación, asumiendo un papel de planificación, especialmente importante en una producción diversificada en la que se combinan funcionalidad y belleza: “Nuestro huerto no es sólo un huerto, también queremos que sea casi un jardín”, comparte Paula. Es un papel que asume por la preocupación de garantizar la estabilidad económica y el equilibrio entre las horas de trabajo, la vida familiar y otras actividades que también disfruta haciendo. La maternidad ha reforzado su preocupación por crear un proyecto sostenible a largo plazo, tanto desde el punto de vista económico como de conciliación laboral y familiar.
Hacer el trabajo más colectivo, diversificar los ingresos y planificar cuidadosamente las actividades son algunas de las soluciones que ha encontrado para hacer frente a estas exigencias. Estar en un colectivo es muy bueno para pensar estrategias y formas de actuar, “para que todos podamos superar nuestras necesidades”, afirma.
En cuanto a las ayudas agrícolas, Paula lamenta que “la financiación no es para la escala de agricultura que estamos haciendo”, ya que favorece los monocultivos y las grandes explotaciones. Sin financiación, el proyecto ha encontrado su fuerza en el colectivo, en el barrio y en la familia. “Si no fuera por eso, no estaríamos donde estamos”, reconoce.
“Estoy muy orgullosa de esta AMAP y siento que como colectivo estamos haciendo un gran trabajo”, dice Paula. Para ella, el apoyo mutuo, el aprendizaje colectivo y la conexión con la tierra son la esencia del proyecto. “Estamos haciendo una pequeña burbuja que puede extenderse”, concluye, demostrando que Quinta Maravilha es algo más que un proyecto agrícola.