Maria da Visitação es agricultora agroecológica y miembro de PROVE, un sistema de cestas basado en el pequeño agricultor – Aiana de Cima, Sesimbra, Setúbal

Maria da Visitação, de 82 años, nació en Algarve, donde adquirió un fuerte vínculo con la agricultura desde la infancia, con sus abuelos y su padre que eran agricultores. Recuerda la importancia de seleccionar las mejores semillas para la próxima cosecha: “Mi abuela elegía el trigo, las mejores judías, el mejor grano, todo lo que era mejor para volver a sembrar. Eso queda en nuestra memoria”.

A los 15 años llegó a la ciudad industrial de Barreiro, donde vivió durante años en una zona muy contaminada por la industria, lo que afectó a su salud. Alrededor de los 50 años, decidió iniciar la agricultura ecológica en la Quinta dos Medronheiros, en Sesimbra. Su interés por los cultivos sin productos químicos surgió por motivos de salud y fue influenciada por su hijo, que sigue cultivando hoy en día.

Desde el principio, Maria da Visitação quiso aprender más y se hizo socia de Agrobio, una asociación de apoyo a la agricultura orgánica, donde hizo varios cursos. Empezó vendiendo en tiendas, pero “si había fruta defectuosa no la querían, si había una picadura de insecto, no la querían”. Empezó a ir a ferias y mercados, pero escuchaba a otros productores: “Lo mío es lo que es natural. Eso es ecológico, a nadie le importa”.

Su implicación en la agricultura ecológica la llevó a unirse al proyecto PROVE -desde sus inicios hace unos 20 años-, que promueve la venta directa de productos agrícolas de la pequeña agricultura a través de cestas. Recuerda las primeras reuniones del proyecto, en las que había entre 30 y 40 agricultores: “Nadie quiso unirse, sólo yo y estas señoras”. Fueron cuatro mujeres las que pusieron en marcha PROVE y lo promovieron en los primeros años. Con el tiempo, más productores quisieron participar tras ver el éxito de la iniciativa.

Maria da Visitação cuenta que se enfrentó a prejuicios por ser mujer y practicar la agricultura ecológica. La llamaron “bruja” y la acusaron de pertenecer a “sectas religiosas”. A pesar de las dificultades, persistió: “Nunca renuncié a nada”.

Destaca la presencia de las mujeres en este movimiento por la agricultura sostenible: “Las mujeres son madres, son creadoras. Y hay cosas que saben superar”. Para ella, las mujeres muestran una mayor capacidad de resistencia y adaptación, especialmente en tiempos de crisis. Destaca que muchas mujeres desempeñan un papel fundamental en el cultivo, la selección de semillas y el cuidado de la tierra.

Vender directamente a través de PROVE ha creado un vínculo más estrecho con los consumidores, algo que Maria da Visitação valora mucho: “Tengo clientes de hace 30 años que ahora traen a sus hijos y nietos”. Para ella, esta relación va más allá de lo comercial, creando lazos de confianza y valores compartidos. Hoy se siente realizada con su carrera y feliz de formar parte de PROVE: “Es bueno conocer a mucha gente con el mismo sentido de la vida, la agricultura y la preservación del medio ambiente”.

Otro aspecto esencial de su trabajo es la conservación de las semillas tradicionales. Utiliza variedades antiguas, algunas traídas de su tierra natal, porque cree en la importancia de la biodiversidad: “Si no la conservamos, ¿qué queda para los que vengan? Nada”. Participa activamente en la asociación Colher para Semear, que defiende la conservación del patrimonio agrícola.

Destaca que la agricultura ecológica todavía no está bien valorada, pero eso no le molesta: “Me siento bien conmigo misma, con mi forma de hacer las cosas”. Cree que debería haber más formación, ya que muchos agricultores de la región desconocen las prácticas sostenibles. Según ella, los agricultores convencionales utilizan productos químicos en exceso y de forma ineficaz, perjudicando al medio ambiente y a su salud.

Maria da Visitação cree que las autoridades sólo favorecen la agricultura intensiva. También señala la falta de incentivos para los pequeños agricultores y critica la burocracia.

Para el futuro, Maria da Visitação quiere una agricultura más sostenible y menos dependiente de los productos químicos: “Para que el agua que podamos beber esté limpia, para que el aire que podamos respirar sea puro, para que nuestros hijos y nietos puedan sobrevivir”. Orgulloso de su carrera, anima a los agricultores a asumir su profesión sin vergüenza, con sus “manos sucias y ropa sucia, porque la cabeza de la gente que no piensa en el bienestar de los demás es la que está sucia”. Dice que ser agricultor “es una profesión despreciada, pero es la básica. No hay nada que tengamos que no venga de la tierra. […] Todo lo que tenemos viene de la tierra”.

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