Leire Sorhouet, socia de la cooperativa de productos agrícolas ecológicos y locales Bizkaigane y concejal del Ayuntamiento de Errigoiti – Errigoiti, Bizkaia

Leire, originaria de Bilbao y formada en Biología, encontró su lugar en el mundo rural tras algunos años en el extranjero y una formación en floristería. Su entrada en Bizkaigane, una cooperativa agrícola con más de 40 años de historia, fue casi accidental: “Me llamaron para sustituir a Amaia durante su baja de maternidad por seis meses… y ya han pasado siete años”. Desde entonces, se ha consolidado como una de las tres mujeres de los nueve miembros actuales, participando activamente en un proyecto que, desde sus inicios, ha apostado por la cooperación y la producción ecológica.

Su adaptación al caserío no estuvo exenta de temores, especialmente por las exigencias físicas del trabajo rural. “Me sentía un poco menos, un poco pequeña”, recuerda. Sin embargo, con el tiempo, reivindicó su lugar dentro del grupo gracias a su experiencia, su carácter y una visión del trabajo más colaborativa. Según Leire, el cooperativismo se construye sobre “la ayuda mutua, las sinergias y el cuidado”, una filosofía que trasciende el género y se manifiesta también en la organización interna de la cooperativa, donde las mujeres —dice— aportan un “nivel de organización y capacidad de prever” que enriquece al conjunto.

La dimensión transformadora del proyecto se refleja también en la mirada crítica de Leire hacia las políticas públicas y los modelos de producción dominantes. Subraya que el cambio debe ser integral, desde las instituciones hasta los hábitos individuales: “Las decisiones que se tomen marcarán… en qué tipo de sociedad nos vamos a convertir”. La agroecología, para ella, representa no solo un modelo agrario, sino una ética basada en el cuidado: de la tierra, de los animales, de las personas.

Finalmente, Leire destaca la importancia del trabajo en equipo como clave para conciliar vida personal y laboral. “No es solo un puesto de trabajo, se convierte en una forma de vida”, afirma, recordando las duras condiciones del caserío tradicional que vivió su abuela. Frente a eso, Bizkaigane busca otra manera de vivir el campo: cooperativa, sostenible y humana.

Para Leire, la principal dificultad para incorporar a las mujeres al mundo rural radica en la conciliación y en una verdadera igualdad, que debe ir acompañada de reconocimiento institucional: “salarios, tiempos, trabajos, tipos de trabajo”. Aunque al principio sintió miedo por la exigencia física del trabajo agrícola, pronto entendió que el obstáculo real era “extirpar de la cabeza las contaminaciones recibidas de la sociedad o de la familia”. Destaca que la transformación no debe ser solo política, sino también social y personal: “hay que trabajar sobre todo a nivel social, y también a nivel personal, desde dentro”. Para ella, participar en un proyecto agroecológico es fuente de orgullo, pues no solo produce alimentos, sino que promueve salud y autonomía: “no es solo soberanía alimentaria, sino ser dueñas de nosotras mismas a todos los niveles”.

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