
Ana Rita Sousa, gestora del espacio agroecológico Nativa y miembro de la Cooperativa Integral de Odemira – S. Luís, Odemira
Ana Rita, originaria de Oporto, se licenció en Ingeniería Medioambiental y se implicó en el activismo medioambiental desde muy joven a través de GAIA – Grupo de Ação e Intervenção Ambiental (Grupo de Acción e Intervención Ambiental) y la Plataforma Transgénicos Fora (Plataforma Transgénicos Fuera). En 2009 se trasladó al Alentejo, instalándose en Monte Mimo, en Alvalade do Sado, manteniendo su compromiso con GAIA y las campañas contra los transgénicos y por las semillas libres. También estuvo en el origen de la Fiesta de la Semilla, que se celebra desde hace más de 12 años.
Ana Rita conocía el concepto de agroecología desde 2005, cuando participó en debates sobre el tema en Granada (España). Ha recibido formación en permacultura y ha participado en un huerto comunitario en Oporto. Sin embargo, cuando llegó al Alentejo, se encontró con nuevos retos: “La azada no funcionaba, las semillas no germinaban… y luego el Alentejo, donde todo es llano”. Los primeros años los dedicó a cimentar su nueva vida: la casa, la tierra y adaptarse al territorio, mientras vivía la experiencia de la maternidad: “fue aprender de todo y de nada”.
En 2016, Ana Rita ayudó a fundar Rede Cooperar, que comenzó como una red de mamás jóvenes en busca de soluciones a sus necesidades y evolucionó hasta convertirse en un espacio para compartir conocimientos sobre cultivo, construcción, transformación de productos y gestión del agua. Esta red se convirtió en una plataforma esencial para consolidar la agroecología como práctica, combinando conceptos y experiencias que se tradujeron en acciones concretas.
En 2017, la Rede Cooperar creó REPASTO – Reconocimiento Participativo y Solidario, un sistema de garantía participativa que aportó “masa crítica” a las prácticas agroecológicas. Fue en este contexto que, en Monte Mimo, identificaron la necesidad de actuar de forma más regenerativa en las líneas de agua, implementando un paisaje de retención de agua que posibilitó la producción de hortalizas para la venta.
En 2019, comenzaron a colaborar con AMAP – Asociaciones para el Mantenimiento de la Agricultura de Proximidad, suministrando cestas de productos frescos directamente a los consumidores. Durante cuatro años, produjeron alimentos para unas 20 familias. Sin embargo, el rápido ritmo de producción de hortalizas les llevó a tomarse un respiro, aunque la experiencia fue enriquecedora. Les permitió darse cuenta de que la agroecología es un largo proceso de aprendizaje y adaptación al clima y al territorio. La colaboración con AMAP también reforzó la vertiente social de la agroecología, promoviendo el debate sobre cómo compartir tareas y riesgos y tomar decisiones de forma colectiva.
Ana Rita dirige actualmente Espaço Nativa, una cafetería, restaurante y tienda de comestibles que forma parte de la Cooperativa Integral de Odemira. Este espacio favorece los productos locales y le permite explorar otra faceta del sistema alimentario: el consumo. Al mismo tiempo, le permite seguir participando en la transición agroecológica. El hecho de que la AMAP que ella había dinamizado haya continuado con otro promotor también ha demostrado que se trata de un sistema resiliente.
Fue durante la experiencia de la maternidad cuando Ana Rita comenzó a reflexionar profundamente sobre el papel de la mujer y el significado del cuidado. La maternidad le trajo un ritmo más lento, más íntimo, conectado con su cuerpo. Acostumbrada a un mundo activista en el que hombres y mujeres comparten tareas, le resultó difícil conciliar el deseo de seguir “haciendo lo mismo que los hombres” y la lactancia. Fue un proceso de autodescubrimiento exigente pero transformador.
A partir de esta reflexión, creó la Fiesta de la Semilla con otras madres, una forma de mantener el activismo mientras cuidaban de sus bebés. Para Ana Rita, el acto de cuidar está profundamente ligado a la agroecología: implica planificar, estar al servicio de la vida y construir colectivamente soluciones a necesidades comunes. Las redes en las que participa, dirigidas mayoritariamente por mujeres, hacen hincapié en valores como el bien común, a diferencia de las grandes asociaciones agrícolas dominadas por hombres, donde prevalece la lógica del “control de los recursos” y la maximización del poder económico.
Ana Rita denuncia la invisibilidad del trabajo de cuidados, especialmente en las zonas rurales. “Cuando miras a una pareja de productores, la mujer, que pasa más tiempo planificando, cuidando las semillas o haciendo tareas menos visibles, a menudo no es reconocida como productora”. Este reconocimiento es esencial para valorizar el papel de la mujer en los sistemas alimentarios locales y resilientes.
Defensora de los sistemas alimentarios locales colaborativos y sostenibles, Ana Rita cree en las redes que apoyan los “sistemas vivos” de abajo arriba. Uno de sus sueños y propuestas de política pública es transformar las zonas de regadío en paisajes de retención de agua, promoviendo el cuidado de los bienes comunes y expandiendo este cuidado por todo el territorio.